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No es la primera vez que los grandes diseñadores utilizan como recurso estético modelos poco convencionales, pero la vuelta de tuerca que estarían planteando estos primeros años del siglo XXI tienen que ver con la recuperación exacerbada del estilo Ziggy Stardust del primer David Bowie, o un retorno aggiornado al estilo Boy George, con una mezcla de la androginia que hizo famosa a la actriz Tilda Swinton y a la modelo Stella Tennant y que hoy reflotan algunas tribus urbanas. También hay un revival furioso de las prendas unisex, intercambiables para ambos sexos, un concepto ya usado por Cocó Chanel, Pierre Cardin, Yves Saint Laurent, Ted Lapidus, Giorgio Armani o Calvin Klein, entre otros.
Para muchos, esta nueva tendencia del mundo de la moda es otra estrategia de marketing. “El travestismo es atractivo porque juega con el equívoco: soy ‘esto’ pero también ‘esto otro’. Si bien es un modo de provocación, que una marca lo use como recurso supone un juego: se diferencia de las demás, se suma al equívoco, pero, además, sigue seduciendo. Hoy las agencias de modelos buscan los cuerpos rectos y longilíneos de los andróginos. Para las pasarelas, el cuerpo de estos modelos es ideal: les ponés cualquier cosa y les queda bien”, explica la socióloga especializada en moda y docente de la UADE, Vanesa Corvaro. “Aquel que crea que se trata sólo de recursos publicitarios y no de contenido está equivocado –advierte Marcelo Sorzana, director de Surreal Marketing & Publicity, empresa dedicada a imagen, comunicación y prensa de marcas del mundo de la moda–. Vender ropa es vender sociología, y el mundo que viene es andrógino”.
Sorzana, que también dicta clases en la Universidad de Palermo y es un estudioso de la astrología, se suma a los analistas que consideran que el advenimiento de la androginia tiene mucho que ver con “una cuestión energética” y con la llegada de la era de acuario, un signo andrógino. “La moda está fotografiando al mundo. Está mostrando que, a 20 años de la globalización, hay un movimiento en el cual todos se expresan emocionalmente, como sucedió en los ‘70. Esta es la psicodelia del siglo XXI e instaura un nuevo paradigma de convivencia de muchos mundos”, pronostica. Patricia Doria, diseñadora de indumentaria de la UBA y docente de la UP, coincide: “Considerada como comunicador social, lo que está haciendo la vestimenta hoy es reflejar los cambios que están sucediendo en la sociedad”.
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Hay en este comentario algunos puntos interesantes a tener en cuenta y que tienen a la estética como reflexión inicial. La búsqueda estética es algo universal y ancestral y es el resultado hegemónico de los valores de un grupo humano. “Culturalmente, la decoración del cuerpo, la ornamentación, los accesorios y la vestimenta han estado determinados por el sexo; esto es, de acuerdo al género y a la apariencia esperada por cada individuo, dependiendo del sexo al que pertenecieran”, apunta Françoise Héritier, una reconocida antropóloga francesa en un texto publicado en 100.000 años de belleza (Ed. Gallimard), un megaproyecto que lanzó L’Oréal para celebrar su aniversario y que se cristalizó en cinco libros. “En el sistema de la indumentaria, el sexo se instala en el Medioevo, tras abandonar el vestido-túnica egipcio o romano, que unificaba los sexos. Mientras los hombres usaban el jubón y prendas ceñidas que marcaban las zonas erógenas simbolizando el poder masculino, las mujeres tenían ropajes que marcaban la cintura, pollerones y enagua. El cuerpo era algo fijo: el varón era varón; la mujer, mujer. Y el vestido acompañó marcando claramente la diferencia”, explica Corvaro.
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Así como en un momento las mujeres nos apropiamos de las corbatas, de los smokings, de los pantalones sastre, de los jeans de los varones (hábito al que se lo bautizó “boyfriend jeans”), borrando nuestras curvas; hoy sucede el movimiento inverso: los varones usan chupines, camisas entalladas, make-up, accesorios como bolsos, que antes eran ítems femeninos.
El último Fashion Week de Milán dio un paso más: en los desfiles de la primavera-verano que viene, Armani sorprendió con meggings (leggings para hombres) y monokinis (bikinis para hombres); Dolce & Gabbana mostró prendas con estampados florales; Vivienne Westwood, una línea de collares para ellos; y Calvin Klein, tops cortos que dejan el ombligo masculino al aire.
Si queremos buscar explicaciones, hay que decir que estos cambios han sido posibles debido a varios factores. Desde lo social, Mariela Mociulsky, directora de Trendsity, lo atribuye a la indefinición que trajo consigo la postmodernidad. “La aparición de signos más ambiguos definen nuestro tiempo de fronteras porosas. La indefinición y la falta de certezas se reflejan en los estilos de vida, de trabajo, de familias, y en muchos productos y servicios, pero también en el mundo de la moda, cuya oferta se va desarrollando al compás de esta tendencia”. Y en este marco donde los estereotipos se cuestionan, las identidades se redefinen. “Quedan atrás los ordenamientos sociales basados en las diferencias culturales de sexo. Hoy hay ruptura de los estereotipos y los roles de género son cada vez más ambiguos”, analiza Mociulsky.
Además de las transformaciones sociales, está el cambio que los cuerpos –dietas, cirugías y gimnasios mediante– han tenido en estas últimas décadas. “El ideal del cuerpo femenino actual es atlético, muy alejado de las caderas anchas y pechos de amamantar como lo muestran las Venus del paleolítico. Mientras tanto, emerge un cuerpo masculino andrógino cuya belleza está en las antípodas de la virilidad”, apunta Anne Hollander, historiadora de la moda, en Sensualidad Generalizada, un texto publicado en 100.000 años de Belleza. Según sugiere Hollander, mientras más elementos femeninos se le agreguen a la prenda masculina, más efectos andróginos producirá. Hay informes que indican que las publicidades de productos de moda femeninos, también comunican al público homosexual, metrosexual, übersexual (un metrosexual más viril), gay, transexual.
Pero atención que todo esto no supone que toda la moda actual sea andrógina, unisex o travestida. Hoy, lo totalmente opuesto también se impone. “Mientras en los hombres se verifica esta ironía lúdica de apropiarse de otros cuerpos, las mujeres estamos tratando de recuperar nuestro ideal de género, un nuevo lugar para redefinirnos”, reflexiona Doria. Tal vez como necesidad de remarcar límites o por exaltar ‘lo propio femenino’ tradicional es que se entiende la vuelta de las curvas, como se ve en las publicidades de Louis Vuitton, y el furor de las cinturas marcadas, las flores, los volados, los encajes y las puntillas de Chanel y Alberta Ferretti, entre otros. ¿Una contradicción? No, asegura Corvaro: “La pasarela está diciendo que al igual que en la sociedad ya no hay directrices ni dictámenes. Hoy, dentro del marco regulatorio que supone la moda, hay estilos, hay looks, multiplicidad de alternativas... Y vos optás”.
EL REINO DE LA PLURALIDAD. En las obras de Valérie Belin o en las de Michael Najjar dicen que es posible entrever lo que vendrá. En ellas sobrevuela toda la imaginería tantas veces escrita sobre “el tercer sexo” o los hermafroditas deseados por los griegos. Ellos navegan en un mundo donde las fronteras de género, tal como las hemos conocido, se borran por completo. “Los híbridos liberados de su género biológico podrán intentar su propia definición de belleza”, apuntan la etnóloga Elisabeth Azoulay y la filósofa Françoise Gaillard en Mona Lisa y yo, otro de los textos de 100.000 años de Belleza.
Varios son los actores que tanto a investigadores como artistas los han llevado a pensar cómo será el futuro de los seres humanos. La primera tiene que ver con lo demográfico: para el año 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Esto implicará –apuntan Azoulay y Gaillard– la visibilización de las minorías y sus estilos de vida diferentes: aparecerán nuevos cánones de belleza y vestimentas de forma impredecible, incontrolable y convivirán como resultado de su pluralidad.
La otra tiene que ver con la tecnociencia: en un mundo donde se promueva la libertad individual, los seres humanos podrán –gracias a la tecnología (clonación, reproducción asistida, implantes, cirugías)– no sólo superar las barreras de la edad. El reino de la hiperhibridación y de la híperindividualidad, será también el reino de lo que el sociólogo francés Philippe Liotard llama el do-it-yourselfaesthetics. Esto es: cada uno podrá armar la apariencia que desee a la carta, redefiniendo el concepto de lo que es estético o no, de lo que es bello o no. En este escenario la vestimenta no sólo será un envoltorio altamente tecnológico de lo que tal vez seamos; será, tal vez, reflejo de la pluralidad y la flexibilidad que estamos comenzando a transitar.
FUENTE: Para Ti Colecciones.
Vi esta nota en la revista y la verdad que me pareció muy interesante y dije lo tengo que poner en el blog, porque seguramente todos los que estamos interesados en el mundo de la moda podemos ver con toda razón que eso sucede y seguirá siendo así, la moda sin genero. Que para mi tiene cosas buenas y cosas malas..
La Roux! las fotos están increíbles
ResponderBorrartengo que decirte que tu cabecera esta genial!!
un besooo guapa!