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sábado, 30 de abril de 2011

Kate moss para Basement

La modelo inglesa, ícono de la cultura popular británica y trendsetter a nivel mundial, protagonizará la próxima campaña otoño-invierno de Basement, la marca que se vende de forma exclusiva en Falabella. La publicidad, que cuenta la historia de amor cotidiana de una pareja especial, propone una mezcla de realidad y fantasía, del amor con el juego y la razón con el absurdo. Para Ti viajó a Londres y fue testigo de esta historia llena de pasión y sorpresa.

Fuera de lo común. Así es el hombre que está leyendo el diario en ese increíble loft de Londres. Es un adonis, un ideal en su versión siglo XXI, enfundado en un look de Christian Dior de pies a… cabeza. Y es justamente en la cabeza donde está lo extraordinario de este ser tan sofisticado. Porque ¡tiene cabeza de conejo! Con un pelaje blanco y cuidado al extremo, el hombre-conejo es protagonista del nuevo comercial de Basement, la marca que se vende de forma exclusiva en Falabella. Sin embargo, el hombre-conejo no es el único que participa en la campaña otoño-invierno 2011. La gran estrella es Kate Moss. La modelo inglesa fue convocada para llevar adelante la particular historia de amor de una pareja elegante, moderna y, por cierto, muy especial. “Queríamos mostrar una situación normal de una pareja cotidiana. Pero, a diferencia de otras campañas, buscábamos hacer algo de vanguardia. Se nos ocurrió crear un personaje que no fuera común y corriente, y así surgió la idea del conejo”, explica a Para Ti Tomás Dittborn, director de Dittborn & Unzuetta, la agencia de publicidad regional que se encarga de las campañas institucionales de Falabella y que gestó esta original trama, “una mezcla de sueño con la realidad, de amor con el juego y de la razón con el absurdo”, según dice. Rodeado de cámaras, cables, luces y gente que habla en español, francés e inglés y que va y viene por el loft donde se filma este comercial cuya cifra en euros lleva varios ceros, Dittborn agrega que “la figura del conejo es importante tanto desde la literatura como desde lo psicológico. Si bien es un personaje extraño y seductor, es querible y está asociado a la suerte. Y lo más importante es que Kate Moss aprobó nuestra idea ni bien recibió el guion”. No es la primera vez que la top participa en un comercial para Basement, de Falabella. Moss y Basement debutaron juntas el año pasado, para la campaña primavera- verano. Filmada también en Londres, la publicidad –que no llegó a ser exhibida en la Argentina, aunque sí se la pudo ver en Chile, Perú y Colombia, tres de los cuatro países donde está Falabella– mostraba a una Moss con flequillo y mucho más rubia, un look diferente al que lleva ahora. “La imagen de Moss es muy fuerte. Es un ícono de moda y belleza a nivel mundial. Representa a una mujer real que, en más de veinte años de carrera, ha sabido reinventarse y mantenerse siempre vigente. Tiene personalidad e impone tendencia. Para Basement, ella es un álter ego de la feminidad del siglo XXI”, asegura Gabriela Tramonti, gerente de marketing de Falabella Argentina, tratando de no perderse ni un segundo de esta filmación de lujo. La publicidad estará en el aire a partir de los primeros días de abril y esta vez los argentinos sí tendremos la posibilidad de ver a la celebrity inglesa, leyenda viviente del mundo de la moda, en todo su esplendor.
LA DAMA DE LA LEYENDA. “Dentro de cinco minutos llega la dama”, anuncia Louis Bronsard, productor ejecutivo del comercial y nexo entre Chile e Inglaterra, en alguno de los tantos idiomas que habla. La dama, claro está, es Kate Moss. Es miércoles 16 de marzo y son las 10.30 de un día bien londinense: frío y nubladísimo. Moss lleva 30 minutos de atraso, una demora insignificante cuando de celebrities se trata. “Viene de West London y tal vez haya mucho tránsito”, explica Bronsard. En Leonard Street, una calle ubicada un poco más allá de los barrios de Barbican y Clerkenwell, se ha instalado la unit base, el centro de operaciones del equipo de producción. En el estacionamiento hay cuatro motorhomes “de película”: uno, para el catering; otro, como búnker para los productores cinematográficos y paramédicos; otro donde se instalaron todas las propuestas de cambio que Basement trajo desde Latinoamérica, exclusivamente para el rodaje (ver recuadro); y, finalmente, el motorhome de KM, o sea Kate Moss, o sea la dama que justo a las 10.30 aparece en escena para dar comienzo a una jornada de trabajo perfectamente cronometrada, que durará poco más de ocho horas. Vestida toda de negro –pantalón chupín, cinturón ancho, blazer y anteojos grandes– Moss se sumergirá en su motorhome por tres horas, tiempo estipulado para maquillarse y peinarse no sin antes saludar a todos con besos y una sonrisa colgada en su cara, una de las más preciadas del fashion. El gesto amable va en contra de todas las fantasías que cualquiera pueda tener sobre ella. Es que durante años el nombre de Moss –que nació como Katherine Ann Moss en Surrey, Gran Bretaña, el 16 de enero de 1974– estuvo tan ligado al éxito como a los escándalos. Tal como cuenta la historia que ya muchos saben, la chica fue descubierta en un aeropuerto por Sarah Douglas, la fundadora de Storm, la agencia de modelos para la cual continúa trabajando hasta el día de hoy.
Corrían los ‘90 y Kate se convertía en una supermodelo de la mano de Calvin Klein. Tenía sólo 14 años. No fue tanto su edad sino su extrema delgadez lo que la puso en el candelero. Los medios no paraban de hablar de su supuesta anorexia y la acusaban de promover ese look enfermizo. Su fama de chica rebelde, caprichosa, impuntual, malhumorada y explosiva también había llegado a nuestro país, donde Moss desembarcó convocada para un desfile organizado por L’Oréal, en las escalinatas de la facultad de Derecho. La visita a Buenos Aires –que dio lugar a una entrevista exclusiva con la revista Para Ti, en una edición en la que se convirtió en nuestra tapa– tuvo lugar un año después de su internación en The Priory, la clínica de Londres especializada en rehabilitar víctimas de estrés, drogas, alcohol y enfermedades psicológicas. Es que si algo ha aprendido Moss a lo largo de más de veinte años de carrera, es a resucitar como el ave fénix. Porque incluso a pesar de aquel incidente de 2005, cuando los medios publicaron fotos suyas inhalando cocaína con el rockero Pete Doherty –su novio por entonces–, ella ha sabido sortear a las mil maravillas los obstáculos para que su carrera y su vida privada se encaminaran. Con los años, Moss se ha vuelto más precavida con los medios de comunicación: casi no da entrevistas y si puede exige saber con antelación lo que se publicará. El marco de la filmación del comercial no será la excepción: nada de preguntas sobre su casamiento con el rockero Jamie Hince (será el próximo 2 de julio), nada sobre su amigo John Galliano, nada sobre el desfile de Louis Vuitton en la semana de la moda de París, donde apareció fumando un cigarrillo. Con respecto a su carrera, hay que decir que todo lo que ha tocado últimamente se ha convertido en oro. No sólo no para de firmar contratos millonarios para ser imagen de las grandes marcas, sino que además ha decidido explotar su know-how como trendsetter en diferentes asociaciones por demás exitosas. Su alianza, en 2008, con Topshop para lanzar una línea con su nombre hizo crecer las ventas de forma astronómica. Después de cinco años de ser imagen de Longchamp, la marca de carteras y bolsos le propuso que diseñara una colección propia. Ni bien se lanzaron, it-bags se convirtieron en un hit: desde entonces, la compañía tuvo un incremento del 23% en sus ventas. Inspiradas en la casa que su amigo, el fotógrafo Mario Testino, tiene en Perú, las tres líneas de bolsos que componen Faraway, su flamante creación, tienen belleza, son chic y súper cool, el sello que Moss, hoy muy cerca de los 40 años, ostenta invicta desde los ‘90. Ella es, desde 1993, una de las mujeres más lindas del mundo, según la revista People. La revista Time revalidó su título en 2007, cuando la nombró como una de las 100 modelos que más influyeron en la historia gracias a que su cara y su estilo no pasan de moda. El año pasado, luego de lanzar su perfume Vintage Muse, Vogue la consideró la mejor vestida de la década. Y sí, hay que decirlo: es flaca, flaquísima, pero de anoréxica, nada. Ahora que ya pasó el mediodía en Londres y la filmación del comercial de Basement va viento en popa, Moss se detiene unos minutos frente al motorhome donde está instalado el catering y pide (“Por favor” y con una sonrisa) un omelette de queso, tomate y chilli. Almuerza y, sin que el frío parezca afectarla en lo más mínimo, hace otro cambio de ropa y ya está lista para dar lo mejor de sí a las cámaras.



ESTRELLA DE LA BUENA SUERTE. Martín Romanella sabe de constelaciones, tarots y horóscopos. El director y escritor argentino, responsable del comercial para televisión de Basement, tiene en claro que éste es el año del Conejo en el Horóscopo Chino. ”El conejo está relacionado con la magia, la sorpresa y la ternura; pero también con la calidez y la pasión”, dice él, durante uno de los cortes. En jeans y zapatillas y con un sobretodo verde con el que intenta combatir el frío que se mete por cada una de las puertas hasta el techo de ese departamento tan moderno como millonario (se dice en los pasillos que el inmueble, ubicado en un quinto piso de Cleve St, una zona cotizada de Londres, valdría cerca de 4 millones de libras), Romanella –productor de musicales, películas y cortos varias veces premiados en festivales internacionales–, chequea lo filmado hasta el momento. Está satisfecho. “Trabajar con Kate es un lujo. Ella tiene una gran versatilidad y es extremadamente profesional. Conoce bien cuáles son los ángulos que más la favorecen. Ella te hace la vida más fácil, mucho más si se tiene en cuenta que para filmar el tiempo es acotado”, asegura a la vez que, detrás suyo, el equipo de producción cambia por completo la escenografía del lugar. Sentado en una silla de gran respaldo, el hombre-conejo espera que le transmitan las próximas instrucciones a través de un cable que instaló Artem, la empresa de animatronic que se encargó de realizar la máscara a pedido de Falabella. Mientras tanto, juega con una guitarra eléctrica y mueve sus pies, como improvisando un paso de baile sobre una música imaginaria. Quien interpreta al hombre-conejo no es cualquier actor: es Luke Fetherston, el bailarín que participó en el film Billy Elliot. “Elegirlo fue un plus. Cuando Kate se enteró de que se trataba de Fetherston, se enamoró aún más de nuestra propuesta. Varias veces nos comentó que estaba cansada de hacer siempre las mismas cosas. Nos contó que el guión de Basement era diferente, divertido, que iba más con su personalidad”, continúa Romanella. Kate está otra vez en el set. Lleva un nuevo cambio de ropa: una camisa negra transparente, una pollera de cuero negra y unos stilettos altísimos. Tras preguntarle a Fetherston, el hombre-conejo, cómo está debajo de la máscara, y luego de hacerle un comentario divertido a uno de los camarógrafos, se coloca en su lugar. El fotógrafo chileno, encargado de las tomas que se utilizarán para la campaña gráfica, aprovecha cada segundo que le dejan las cámaras de filmación. Kate tiene una maleabilidad camaleónica, un allure difícil de transmitir con palabras: se ha tratado siempre de un romance entre las cámaras y ella, frágil, seductora, transgresora y refinada. Son más de las 18 y el sol se está yendo de Londres. De repente, una seguidilla de canciones de los Rolling Stones invade el loft. You give me shelter, I can get no satisfaction, Simpathy for the devil. Sin rastros de cansancio, Kate las canta a todas. Baila. Silba. Alguien pide silencio. Se harán las últimas tomas de un día agitado. Kate se despertará en su cama de ese increíble loft de Londres donde el hombre-conejo estuvo leyendo el diario y, con su voz suave, dirá “Good luck”. Lo dirá tres veces, hasta que Romanella diga “Listo”, y todos los que están ahí ese miércoles 16 de marzo celebren el éxito con un aplauso sin fin.
Una colección que marca tendencia Un sacón camel y un vestido con apliques de plumas en la falda; un pantalón de cuero negro y un tapado camel; un vestido drapeado negro y una pollera negra con una blusa transparente, también negra. Todos estos equipos fueron los que la mismísima Kate Moss eligió para protagonizar el comercial que se verá a partir de abril. Y todos ellos pertenecen a la nueva colección otoño-invierno de Basement, la marca que se vende en forma exclusiva en Falabella. “Para esta temporada, Basement propone tres tendencias, todas ellas con una marcada inspiración en los ‘70”, adelanta María Pía Giménez, product manager de Falabella. Por un lado, una línea street-wear, pantalones de pata ancha, blusas con lazo, suéteres al cuerpo, minis de línea A, pantalones de montar con blazers a cuadros y maxi-cárdigans. Los abrigos serán una clave importante, junto con las capas y ponchos. Otra de las propuestas tiene que ver con un look entre bohemio y rockero; ahí sobresalen los vestidos y las túnicas con estampados étnicos; los chalecos y accesorios de piel, y los tejidos con trenzas y guardas. Encajes, puntillas, guipure sedas y gasas en estampados sutiles le dan el touch romántico que propone este otoño-invierno. Finalmente, está el british style, con un mix de texturas (como la pana y el corderoy) y estampas (los búlgaros y el estilo escocés); habrá, además, gran variedad de abrigos: desde suéteres gordos, hasta sacos de líneas rectas con reminiscencias militares. Los colores Basement para este invierno: desde el rosa, el beige y el aqua en tonos nude, pasando por el gris, marrón, maíz, verde inglés y naranja, pero sin olvidar el camel, que esta temporada hará furor.

Fuente: revista Para ti



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